Era una cita ineludible, que no quería perderme. Llegué a toda prisa al convento sevillano de Santa Clara, después de mi jornada laboral en el instituto y tras recorrer los cuarenta kilómetros que lo separan de la capital. Caía entonces una manta de agua, entre claro y claro; como ahora. Mereció la pena. Alegres aguaceros de deliciosa música:
Los clásicos de RNE con el Festival de Música Antigua de Sevilla.
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